Lo primero es pedir perdón.

Porque no todos los taxistas son unos cabrones.


Lo cierto es que la trifulca ha venido por un problema en el paso por una glorieta, madrileña ella. Iba yo en mi coche y no me salió de las narices dejarle pasar, yo circulaba por mi carril. Me rebasó, me impidió el paso y se bajó del taxi con la intención de, supongo, darme un guantazo o más de uno.

Yo no me bajé, sólo faltaba ahora dar el espectáculo en medio de una rotonda, y al final el tío se fue, y yo detrás, no sin antes gritos, insultos amenazas y demás (por ambas partes).

Al torcer yo por una calle, el muy hijo de la gran perra, me estaba esperando, se puso detrás mía y cuando me paré en un semáforo me dio un golpe. Me jodió sobremanera, y llamé inmediatamente a la policía.

El tío salió huyendo y yo detrás de él, llegué hasta su casa, y allí, las antiguas amenazas se aguaron repentinas. Se fue hasta su piso, al verme sólo dijo que no se me ocurriera tocar el coche, que dejó aparcado allí.

Cuando la policía llegó no había nadie más que yo, y me dijeron que no podían hacer nada, no había marcas visibles del golpe. Me dijeron que si quería podía denunciar al tío por amenazas y por insultarme. Conclusión no hice nada, me llevé un golpe y no ha pasado nada.

Me voy al pueblo unos días, así que disfrutad de estos días festivos, que tanta falta nos hacen.