Estoy de vacaciones, viva la ociosidad

Este ha sido mi lema, desde siempre, y la rabia que me daba no poder llevarlo a la práctica durante esos veranos asfixiantes en que debía trabajar como un desgraciado, o bien lijando muebles 50 horas a la semana, o bien repartiendo sabiduría (no pretendo ser nada pretencioso, es que yo doy unos consejos deputamadre) en forma de clases particulares entre semana y copas los fines de semana.


Ahora puedo disfrutar de levantarme tarde, hoy me he levantado a las 11:30 cuando debería haberlo hecho a las 14:30, de acostarme más tarde todavía. Y eso de no madrugar es genial, espectacular.

Lo malo de la pereza es que se contagia, activa al resto de los pecados capitales:

- Si me despierto antes de tiempo aparece la ira.
- Después de un montón de horas de sueño me levanto con hambre, ahí está la gula.
- Como tengo las vacaciones en junio y no en julio, como yo quería, y no hace calor y no para de llover, envidia.
- Como estoy de vacaciones y casi el resto de los mortales no, soberbia.
- Mañana llegamos al día que marca la mitad de los días que me quedan, avaricia.

Lo cierto es que la lista falta la lujuria, pero es que siempre ha estado ahí, independientemente de cualquier otra cosa.