martes, 8 de enero de 2008

El trabajo

Es un castigo divino, y cuando digo divino no es que sea como el "queso" PHILADELPHIA, es algo que Dios nos impuso, por capullos, o por capullo Adán.

La historia fue más o menos así:

Había terminado Dios de crear el paraíso, el cielo, la tierra, los animalitos y las plantas, que vio Dios que eran buenos, creó aun tiparraco que se llamaba Adán, que vió Dios que era un vago. Este señor, por decirlo de alguna manera, iba de un lado para otro, vagando por el paraiso. Comiendo lo que quería. Descansando cuando quería. Y rascandose donde, como y cuando quería, y siempre en bolas (lo de la hoja de higuera es una falacia).

Vio Dios que había creado un vago y no le pareció bien, lo único que hacía bien Adán era rezar, pero, ¿Como le iba a parecer bien a Dios que un tío le rezara en pelotas? Es más, ¿cómo le iba a parecer bien que alguien le rezara despues de haberse echado la siesta debajo de un árbol, tras rascarse los huevos?

Imaginémonos por un momento la escena:

Adán a la sombrita, espanzurrao en el césped, durmiendo una siestecita tras haberse comido algún bicho que Dios crease. Lo ve Dios a lo lejos, que daba un paseillo por el paraíso:

- ¡Coño!, si es Adán, voy a saludar, y de paso que me rece un poco.

Llega a su altura y lo ve, durmiendo, boca arriba ... y rascandose los cojones.

Adán al despertarse:

A: Hombre, Dios, tú por aquí.

D: Pues sí, pasaba por el lugar, y vengo a que me reces un poco.

A: Eso esta hecho, espera un momentiiiiiiiiiiiiiiiito.

D: ¡PERO DEJA YA DE RASCARTE, HOMBRE, POR DIOS!


No, eso no podía seguir así, había que cambiarlo, por ello Dios ideó un plan, creó a la mujer y las manzanas y la famosa serpiente. El Señor todopoderoso engañó a Adan con el cuento de la serpiente, las manzanas, el árbol del conocimiento del bien y del mal, lo que todos conocemos.

Adán y Eva fueron expulsados del paraíso y condenados a conseguir el sustento con el sudor de su frente. Pasaron frío y tuvieron que vestirse, y a Adán se le quitaron las ganas de que nadie le viera rascarse.

Adán picó, y ahora todos trabajamos, rezamos a Dios vestidos, y es de mala educación rascarse en público. Por lo menos ahora tenemos el sexo y no nos hace falta reproducirnos por esporas como tendría que haber hecho Adán allí solito en el paraíso, y adivinad como.

P.D. Por aquel entonces, la única ropa que usaban para resguardarse del frío era a modo de faldita, por supuesto era lo que se ponían para rezar. Esa costumbre aún perdura en nuestros días, y es por ello que los curas llevan falda.


Se me ha ido un poco la olla, pero eso de levantarme a las 5:30 para ir a trabajar me ha dejado, hoy, hecho polvo. Si Alguien de los que me leen, que yo sepa Sophie y Cierzo, se siente ofendido que me lo haga saber y veremos cómo podemos cambiarlo (Si Dante me leyera me mandaba al octavo círculo del infierno por sembrador de escándalos).

3 comentarios:

Cierzo dijo...

Yo por lo menos no tengo nada que perdonar. Me he reido un rato.
Pero una cosa voy a decir, prefiero trabajar antes de que Dios no hubiera creado a las mujeres, ni a las manzanas...

potsis dijo...

Menos mal que dios no tiene nada que ver con la existencia ni de la manzanas, ni de las mujeres.

Anónimo dijo...

Jolin, este post me lo había saltado¡¡¡ Jajaja, que ofensa ni nada hombre, todo lo que se haga con buen humor no ofende, sino que divierte (uy, esta última frase parece de monja)